Nunca se me va olvidar aquel día que llegué al salón de preprimaria sin mi cuaderno de caligrafía, empecé a temblar y a suplicar a la maestra que no me regañara por no llevar la tarea: «¡Miss! ¡miss! En serio sí hice la tarea pero se me olvidó». Era tal mi expresión de miedo que la miss Chayo no tuvo más remedio que decirme que no importaba: «¡Ay Andrea! ¡Ya, mañana la traes! A ti en lugar de llamarte Andrea, tus papás te debieron haber puesto niña Angustias».
Y sí, por años y años fui niña Angustias, me preocupaba todo, cada año mi propósito en vez de ser tener más dinero, correr más rápido, decir menos groserías o lo que fuera era volverme más rélax, aplicar los principios del Hakuna Matata y del Vale Madres. Pero obvio nunca lo cumplí; de esa vez que se me olvidó el cuaderno de caligrafía al día de hoy han pasado casi 20 años acompañadas de muchas cajas de omeprazol, alka seltzer, libertrim, pepto-bismo, tés para dormir, vitaminas (que para los nervios), y todas esas cosas que usamos para parchar nuestros problemas como si fueran baches reparados con cemento y agua.
Siempre pensé que vivir angustiada era un símbolo de compromiso y amor por mi trabajo, pero hoy, después de años de dormir mal por estar pensando en el mañana, me doy cuenta de que la angustia que produce el miedo a fallar es un obstáculo para el amor, tener miedo al fracaso es una barrera para hacer las cosas con verdadera pasión.
La angustia me ha quitado de las manos muchos partidos que pude haber ganado si las manos me temblaran un poco menos, y por eso hoy quiero deshacerme de ella. Decirle adiós y entender que no por hacer las cosas sin sufrirlas saldrán mal; Elie Wiesel dijo que lo con lo opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia; y a mí se me ocurre pensar que lo contrario a la angustia excesiva no es la indiferencia sino el amor, por lo que no pueden coexistir el uno con el otro.
Después de haber entendido esto me comprometo con todos mis amigos y lectores a dejar atrás la angustia que me caracteriza y generar una «experiencia Andrea 2.0», ya no iré yendo y viniendo com La Llorona hablando de todo el madral de cosas que tengo que hacer y mejor les contaré de las cosas chidas que hice. Así que, tú, niña Angustias: ¡Sal de mí!