Llevo una cicatriz bajo mi brazo,
tiene todas las letras de tu nombre,
están escritas con perfecto trazo;
no son obra de la mano del hombre.
Esas letras son producto de la magia,
cuando de ti hablaba, ellas se marcaban;
con el filo de la pluma me cortaban
hasta producir dolor y hemorragia.
Tu nombre así se convirtió en tatuaje,
en obra de arte de mi propia sangre
hecha para rendirte un homenaje.
Cuando toco esta cicatriz me duele,
pero al ver todas sus letras sonrío.
Sin embargo, te extraño y siento frío…
Escaleras del Metro Coyoacán, 17 de noviembre de 2015