Ella guardó su número,
él prometió volver.
Ella un «te amo» escribió,
él jamás respondió.

Al sonar del teléfono,
bailaba su corazón,
ella un mensaje esperaba:
unas palabras de amor.

Con su celular durmió
y a la mitad de la noche
una respuesta esperó
pero ésta nunca llegó.

Al nacimiento del alba
ella el teléfono vio
antes de mirar el sol,
pero lo mismo encontró.

Esas palabras escritas
y dos palomas azules.
Él lo había leído;
entonces ella lloró.

Sobre la fría pantalla
cayeron dos lágrimas
¡las lágrimas más sinceras
que en su vida derramaba!

Quisiera no haberle escrito,
o jamás haberle visto.
Ella pregunta a sí misma
por qué esperar duele tanto.

Pasaron meses, luego años…
también la dejó el dolor.
Un día la suerte habló;
caminando ella lo vio.

Se lo encontró de frente,
sus ojos negros miró.
Los mismos que antes sintió,
de quienes se enamoró.

De su mano iba una chica,
una muy hermosa mujer.
Ella bajó la mirada
y caminando siguió.

Por un instante lloró,
todo su pecho saltaba;
era un dulce dolor.
¡El mensaje recordó!

A ese querer dio un adiós,
como a su desilusión,
ésa también se fue,
…y después alguien llegó.