Para bien o para mal, mi padre me educó como niño, o más bien como macho mexicano: «no llores», «hay que ser fuerte», «hace falta gente que no llore», «no me castigues siendo llorona tú también». En fin, la cosa es que a mí sólo me sale llorar con dos personas: con mi mamá y con mi novio en turno. Sin embargo, a veces las lágrimas de cocodrilo suelen ser necesarias y muy, pero muy liberadoras.
Entonces, en este caso se necesitan lugares que realmente inspiren a llorar, por si algún día los ocupan, aquí les dejo mi lista de sitios favoritos.
1.- Las cafeterías de las funerarias
Quizás el más extraño, pero definitivamente ¡el mejor! Esta brillante idea de meterte a Gayosso, a García López o a cualquier lugar de este nivel de lugubridad no se me ocurrió a mí, sino a mi querida madre. Sucedió que el otro día, una mañana en la que sentía que la vida se estaba pasando en eso de hacerme bullying, le hablé a mi mamá con voz de escuincle chillón a mis 27 años:
-Mamá, estoy muy triste… quiero llorar.
-Pues llora güey – sí mi madre luego me habla de güey
-No, mamá, bububú, estoy en la oficina. – Seguí medio berreando.
-Pues… ¿Trabajas junto a Gayosso? Lánzate a llorar ahí. – Y santo remedio, llegué y ni quien me pelara, lloré hasta que me aburrí… y nadie me molestó pues todos estaban en lo mismo. Además venía de negro, así que puntos extra para mí.
2.- La iglesia
Si Dios fue el que se pasó de ojéis contigo, pues ¿por qué no ir a llorarle a su casa? Agarras, entras, de preferencia a una iglesia donde nadie te conozca y te sientas discretamente en una de las bancas de en medio, sacas tus kleenex y ¡a darle! Nadie te va a molestar, quizás sólo el sacristán o una señora amargada pensarán que tienes muchas culpas y pecados… pero pues ¿quién no?
3.- Las oficinas de gobierno
Una vez me hicieron llorar en el SAT, bueno lloré solita porque cometí el brillante error de no hacer mis declaraciones bien y me hicieron pagar una multa millonaria. Cuando terminé de hablar con una fulana que no me ayudó a resolver nada me quedé llorando en las sillitas… definitivamente es le mejor experiencia que he podido tener en esa modalidad de lugares.
4.- Los aviones
Nada más a gusto que dejar todo en tierra, literal, sentarte en tu lugar del avión y ponerte a chillar por todo lo que traes atrasado. Ver como te vas elevando crea la sensación perfecta para hacerlo. Lo peor que puede pasar es que te toque un vecino de esos a los que les gusta socializar en las alturas y te empiece a preguntar sobre tu vida… Puedes inventarla toda y ni pex.
5.- El cine
El cine… De preferencia aplica si te metes a ver una película de llorar. Llegas, compras tu boleto, tu bote infinito de palomitas y tu caja de kleenex. Nadie te molestará, sólo evita sentarte junto a una parejita de tortolitos, tampoco querrás arruinarle la película a quienes sí tengan la intención de verla y no sólo de llorar.
Son todos los que me sé… si alguien conoce el dato de otro llorador especializado, compártalo por favor.
en los desfiles, en los conciertos, en la regadera, en las manifestaciones, en la azotea, y manejando por la noches en el perifèrico vacío.
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La azotea y el periférico vacío… infalibles.
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Estaba llorando en el baño publico, cuándo pensé que no era lugar perfecto y busqué en la web y encontré esta lista bastante alentadora.
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