«Una suerte pequeña»: el libro que le recomiendo a todos

Hace unos años encontré un libro que me hizo ver la vida diferente. Tenía muchos años que eso no pasaba. No desde «Los Miserables», no desde «Así habló Zaratustra», no desde «El Principito», no desde algunos otros. Se llama «Una Suerte Pequeña» de Claudia Piñeiro y no voy a escribir sobre él con la intención de hacer ninguna crítica literaria, es el libro contado desde mí, desde la Andrea que lee libros con la misma intención por la que cierta gente ve telenovelas o se mete en la vida de los vecinos: para distraerme de los problemas propios con las tragedias de otros.

Conocí «Una Suerte Pequeña» en un club de lectura y al principio la novela parece un poco sosa, lenta, sin chiste; pero después, esa misma vida «sosa, lenta y sin chiste» que lleva la protagonista se convirtió en mi propia vida. El libro cuenta la historia de una mujer que se llama Marilé Lauría; ella es una señora normal que lleva una existencia «by the book» en Argentina con su hijo y su esposo. Por una combinación de eventos desafortunados, ella queda como responsable de un accidente en el que fallece un niño compañero de la escuela de su hijo: un amiguito caprichoso se les pega para ir al cine, el coche tiene un problema, no pueden atravesar las vías de un tren, madre e hijo salen, el amiguito no obedece y permanece encerrado, el tren pasa, la tragedia sucede. Marilé queda como la culpable, la sociedad se lo reclama duramente, ella no puede con ese castigo, un día toma el primer avión a Estados Unidos y se va. En el avión va llorando, junto a ella va Robert, un señor desconocido que le ofrece kleenex; ella no puede ni siquiera contar que le sucede, él no insiste pero le ofrece también su amistad y la posibilidad de iniciar una nueva vida.

Marilé llega a Estados Unidos sin nada, el tal Robert le presta un cuarto para que se quede mientras consigue un nuevo trabajo, él le recomienda libros y poco a poco empiezan a conversarlos, hasta que llega el día en el que ella se atreve a contarle lo qué pasó y por qué huyó de esa manera. Las palabras de consuelo del Robert son: «tú no estás rota, sólo estás dañada».

Y me acordé de cuando también, igual que la Marilé de la historia, estuve en un momento de la vida llorando sin final queriendo empezar de cero. Allí no había niño atropellado ni drama social, pero aún así, los recuerdos negros vinieron a mí. Leí de nuevo el párrafo en voz alta y repetí: «Andrea, tú no estás rota, sólo estás dañada».

Robert jamás la juzga, la invita a dejar el pasado en paz y a solo ser ella. De esa amistad surge un amor limpio, antes de poderle decir «te amo» le dice «me haces bien» y eso fue sagrado. Esa relación no comenzó siendo pasional ni física, sino una amistad bien avenida que después se convierte en amor de pareja. Robert era un maestro de inglés que no tenía mucho encanto, pero poseía la capacidad increíble de amar sin condiciones, se casó sin ningún reproche con la mujer que fue responsable de que un niño muriese aplastado por un tren y le dio todo de sí: sus libros, su patrimonio, y hasta un apellido nuevo con el que pudo enterrar su pasado como Marilé Lauría y nació una renovada Mary Lohan.

El cumplido de «me haces bien» se quedó en mi cabeza. Lo bueno de leer es que uno no necesita pensar y sólo copia y pega lo que ya está escrito. Mi idea sobre el amor perfecto dio un vuelco, ya no busqué jamás alguien que me complementara o que viniera a darle emoción a mi vida. Entonces me dediqué a buscar a una persona que me hiciera bien y la encontré. Los hombres que hacen bien a veces son como la comida sana, no llaman la atención a primera vista pero previenen muchos problemas, o al menos no los crean.

A diferencia de la Andrea de antes, la yo de ahora no escribió hojas de poesía ni regaló copias de sus libros favoritos dedicadas; no, a mi esposo lo único que le dije cuando me pidió casarme con él fue «me haces bien» y no necesité más. La nueva Mary Lohan del libro fue mi maestra sobre cómo uno puede empezar de cero y reconstruirse. Se vale tomar decisiones duras con tal de nacer otra vez, quienes realmente nos amen lo entenderán.

El hijo de Marilé sigue su vida y viene un esperado reencuentro muchos años después. No les cuento que sucede porque no se los quiero arruinar, pero la conclusión es que la verdad y el amor siempre triunfan a pesar de las malas intenciones o la cultura de la cancelación, que como verán en este libro, de nueva no tiene nada.

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