Reflexión y carta a Cosmopolitan

Un día mi mamá sacó de mi mochila dos cosas muy interesantes: un libro de Umberto Eco, creo que era «El Principio de la Ilusión» y un «Cosmopolitan».

-¡Qué Onda! – Preguntó, o más bien regañó.

-Nada MA, hay que leer de todo.

El «Cosmo» siempre ha sido mi gusto solitario, un placer secreto. Cuando voy los viernes camino a casa de mis padres y tomo el camión hacia Oaxtepec, no hay nada como abordarlo con un paste de la terminal y una revista, la cual funciona como una barrera para librarme de las películas del autobús.

Como soy fan de la revista, siempre aparecen en mi timeline de Facebook sus publicaciones, pero el otro día pasó algo que me hizo ruido; vi algo que me sacó del mundo Cosmo y me hizo pensar: primero vi un post que direccionaba a un artículo sobre una chica que alteró su cuerpo digitalmente para crear conciencia sobre los irreales estándares de belleza. Hasta ahí iba bien, el problema fue hasta que leí la siguiente publicación de la revista; ahora era el enlace de un artículo con el título «3 Maneras eficaces de reducir las estrías», acompañado del nada bonito copy «Sí, es posible deshacerte de estas terribles imperfecciones. ¡Te decimos cómo lograrlo!». Aquí los testigos.

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Ahora sí ya no entendí. ¡Qué contradicción! Primero me ponen una publicación que busca hacer que las mujeres se sientan bien con ellas mismas: feas o bonitas, gordas o flacas, jodidas o chingonas; y después me hablan sobre lo feas que son las estrías, ¿acaso son tan feas? Las llaman «terribles», una palabra demasiado fuerte, tres sílabas que tienen la capacidad de despertar la inseguridad de cualquier mujer.

Las estrías son normales, no digo que todas las mujeres tengan porque quizás haya alguna que no tenga alguna pequeñita.Yo tengo, toda mi adolescencia las odié; cada mañana me veía al espejo y decía «pinches estrías». Pero luego crecí y me di cuenta que si todos los días me deprimía porque algo de mi cuerpo no me gustaba, iba a pasar toda la vida deprimida, y que flojera, ¡neta! Así que decidí verlas de otro modo, comencé a quererlas como quiero a las cicatrices que tengo en las rodillas; como marcas de guerra, como un símbolo de que he crecido en mente, cuerpo y espíritu.

Amigos de Cosmo: creo que es un error decir que las estrías son «terribles», e incluso yo no me atrevería a llamarlas «imperfecciones». Tengan conciencia de que si su revista es un símbolo de la liberación sexual femenina y de la evolución de la mujer, es una contradicción que sus mensajes sigan estando atados a los crueles estándares de belleza, pues estos se han encargado de limitar el potencial de nuestro género: muchas mujeres no han llegado a ser lo que debieran por vivir presas de una inseguridad que es responsabilidad de todas combatir.

Escribo esto sin el afán de molestar a nadie, considero que Cosmopólitan es una gran revista, pero así como la veo como un ejemplo de desafío en cuanto a moral, quisiera verla como una voz que rompa con otros paradigmas femeninos que considero necesario dejar ir, como esos que nos atan a patrones de belleza que una mujer normal jamás podría cumplir.

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