Tomar el lápiz o la pluma, colocar los dedos sobre el teclado o levantarse frente al pizarrón. Después enfrentar la tiranía de la hoja blanca, ésa que te mira sin decir nada, que te humilla sólo con su ojos fríos. Finalmente escuchar el calor de una palabra para plasmarla sobre el hielo y empezar a dar a sentido a aquello que parece nunca haberlo tenido.
Escribir es una batalla, una pelea entre corazón y mente. Nadie gana, nadie pierde. Cada frase, cada verso es el resultado de una tregua entre consciente e inconsciente.
Escribir es una catarsis, es llorar sin lágrimas y reír hacia dentro. La primera palabra es el nacimiento de un río de emociones que se irán con la corriente. Escribir es un deseo cumplido, una necesidad resuelta.
Escribir es libertad, es hallar la salida de un yo para tomar otro; dejar un corazón para entrar en el ajeno. Es el poder de abandonarlo todo.
Escribir es descifrar, los sueños propios y los ajenos. Es poner nombre a aquello que no lo tiene. Escribir es asignar historias a los personajes huérfanos. Escribir es transformarse, dejar de ser oruga y pasar a mariposa en cada letra.
Escribir es todo. Escribir es nada. Escribir es la única forma que conozco de morir y renacer. Escribir es metamorfosis, transformar el yo en lo que puede ser. Escribir es, a veces, el único modo que conozco de ser fuerte.
Totalmente cierto… ¡quedé fascinado con este post!
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