A pesar de que toda la vida he estado en un lugar donde se supone que hay muchos alacranes, eso de que picaban a las personas siempre había sido un mito, jamás se me había acercado uno hasta hoy en la madrugada. El juramento de «a mí nunca me va a pasar» valió madres.
La historia es muy tonta: llegué a la una y media de la mañana, ¿qué por qué llegué a esa hora en lunes? Pues por lo que todos llegamos tarde en esta temporada, por andar en el desmadre. Llegué más sobria que un envase de Coca-Cola light pero con un sueño canijo. Sólo quería dormir.
Me lavé la boca y caí muerta en mi cama, estaba ya medio dormida cuando se me ocurrió moverme, sentí una cosa rara en el dedo, pensé que me había lastimado el anillo que traía en la mano, me sacudí, sentí un pinchazo luego no sé qué hice que volví a sentirlo en la cabeza. Vale madres, sentí como se me empezaron a dormir la cabeza y el dedo, traía justo un anillo que me costó un montón de trabajo quitarme. Un escalofrío espantoso atravesó todo mi cuerpo, me levanté, prendí la luz, aventé las cobijas al piso y salió corriendo un alacrán feliz y campante.
Fui, como si tuviera nueve años a despertar a mis papás. «Oigan, ¡ay! me picó un alacrán». Ellos se pararon hechos la madre y empezaron a correr en círculos, mi mamá buscando una medicina para eso y mi papá queriendo encontrar el insecticida porque le choca que la gente mate insectos o arácnidos con el zapato.
Mi mama me dio un medicamento que tenía para eso, dos pastillas que me tuve que zambutir, luego un vaso de leche, después sacó unos ajos y me los puso en los piquetes, finalmente me dio un ajo para que me lo echara solito. Guácala.
La neta yo me sentía súper mal, empecé a sudar a mares y tenía taquicardia, además seguía muriéndome de sueño. Me acosté a dormir, pero mi mamá empezó a preguntarme tonterías para verificar que estuviera bien, pero yo no podía pensar muy bien y respondía pura estupidez.
Como a eso de las cuatro de la mañana me empecé a sentir medio bien y ya por fin me dormí, pero como tenía cosas temprano tampoco descansé mucho que digamos, o más bien nada.
Desperté con la sensación de tener una cruda espantosa, «me la hubiera seguido», me dije a mí misma, «de haberme quedado en el desmadre no me habría picado ningún alacrán y de menos la sensación de cruda tendría sentido». Pero bueno, equis, lo único que quería era un café del Oxxo para medio carburar y poder trabajar. Salí a comprarlo y ya, intenté llevar el día lo más normal posible, y pues así las cosas, aquí sigo escribiendo esto desde la comodidad de mi cama mientras reposo la cruda del alacranazo.
¿Que qué le pasó al alacrán? Me han preguntado varios, no sé por qué resulta tan trascendente el destino del alacrán, pero aquí el final de su triste historia: se murió.
que historia, lo mejor para ti, saludos
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Gracias 🙂
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La muerte del alacrán es trascendente, no queremos que piqué a alguien más. ¡Cuídate Andy! Qué bueno que tu mami tenía la medicina.
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Tienes razón, era un tema importante 🙂
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