Me quedo tranquila de haber perdido

Me quedo tranquila de haber perdido la guerra.
De haberme retirado como Napoleón,
porque no soporto más el invierno de tu corazón,
porque me cansé de estamparme con el hielo
cada vez que con el alma, te decía «te quiero».

Me quedo tranquila, de haber peleado limpio.
De haberlo entregado todo sin miedo,
porque ya sé entonces de qué son mis huesos,
mi cuerpo completo es un ejército
y ante la derrota jamás se desploma.

Me quedo tranquila, de que estés olvidando todo.
De que ya no sepas que un día me quisiste.
De que cuando creías que nada tenías, lo mío fue tuyo…
Olvidaste que cuando llorar no podías,
para llorar te presté hasta mis ojos.

Me quedo tranquila, de que ya no me necesites.
De saber que me buscabas cuando algo no hallabas.
Me siento en paz de que nada es eterno,
todo muere, hasta el amor más sincero
y el que por ti yo siento, lo enterraré vivo.

Me quedo tranquila, de nunca haberte mentido;
de haber confiado en ti como en la voz del oráculo;
de haber sido tuya, y sólo tuya.
de haberte regalado mi vida, aunque no la querías,
pues para ti era todo y lo único que tenía.

Me quedo tranquila, de dejarte con Dios,
aún rezaré por ti cada día.
Me quedo tranquila, de no haber sido suficiente,
porque pediré todas las mañanas
que llegue alguien que para ti sí lo sea.

Me quedo tranquila, de tener el corazón roto.
Me quedo tranquila, de que sepas donde estoy,
de que mi casa y mi dolor también sean los tuyos.
Me quedo tranquila, de haber perdido…
Y de perder como pierden los que aman.

CDMX
221116

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