El gobierno no viene de Marte

Había una vez un país loco donde todos los ciudadanos eran tan decentes y educados que nadie quería gobernarlo. Eso era un problema, pero lograron resolverlo fácilmente; contrataron a una compañía externa que se encargara de hacer todo el trabajo sucio: de cobrar los impuestos, de dar el discurso del día de la independencia, de firmar los tratos con los gobiernos de otros países y de administrar las cárceles, lo cual era muy fácil porque en ellas no vivía nadie.

Esta compañía resultó ser malísima y tener un servicio al cliente más malo que el de la compañía de luz. Entonces, los ciudadanos de ese país decidieron mandarla por un tubo y contratar a otra, la cual resultó peor.

Los ciudadanos, desesperados y al borde de caer en la locura y comenzar a gobernarse solitos, decidieron buscar entablar diálogo con seres de otro planeta y contratarlos para que gobernaran.

Así sucedió y entonces un equipo de marcianos, por así llamarlos, fueron invitados a ocupar las sillas del Congreso y ocupar la residencia presidencial.

Esto más o menos funcionó, a veces los marcianos fallaban porque tomaban decisiones un poco tontas debido a qué no entendían mucho de humanos. Sin embargo, cuando los marcianos fallaban, bastaba con que los terrícolas hablaran con ellos y los amenazaran con contratar a seres de otra galaxia para que hicieran esa chamba, y con eso bastaba. Ojalá todo funcionara de esta forma.

Para sorpresa de nosotros esto no sucede así; señoras y señores, el Gobierno del que tanto nos quejamos no viene de Marte ni de Venus ni de ninguna otra galaxia; el famoso gobierno viene de nosotros, todos tenemos un vecino, primo, amigo, compañero de la escuela (usualmente, aunque no siempre, de la estirpe de los burros) o conocido que anda metido en la política o que se consiguió un puestillo por ahí, ¿apoco no? Y además lo presumimos, o andamos viendo que favor baboso le sacamos.

A muchos nos ha pasado que si tenemos un compa metido en algún partido o compitiendo por un puesto ahí vamos de borregos y votamos por él, y no porque sepa un carajo de administración pública, sino porque nos cae bien y punto.

Entonces; conclusión, el gobierno no llega cada seis años en en una nave espacial ni crece en los árboles, la gente que está ahí robando o haciéndose mensa (en el mejor de los casos), es porque nosotros la pusimos ahí. ¿Que si hay fraudes y tracalerías? Obvi, y nosotros las hacemos.

Entonces, si queremos otro modo de gobierno empecemos por nosotros y por cómo gobernamos nuestras casas y nuestras vidas, y por la gente con quienes nos juntamos, para que así nuestros amigos dizque políticos ya no tengan amigos que los ayuden y voten por ellos.

Empecemos por lo básico, volvamos al kinder (el cual muchas veces pasamos de noche), recojamos la basura, seamos menos ojetes, intentemos ser buena onda con los demás sin la necesidad de que se aparezca un temblor para obligarnos a hacer nuestra tarea.

De lo contrario, creo que nos iría mejor con… los marcianos.

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