Fue una historia bonita,
de esas que se leen
con un café,
dos lágrimas,
y tres sonrisas.
De esas que mejor no se cuentan,
porque con el aliento se ensucian
y con la saliva se deslavan.
Así fue; una historia bonita,
con todo y sus heridas;
ahora cicatrices con la piel fundidas.
Sí, la nuestra fue una historia bonita,
pero tan bonita,
que no pudo tener final más feliz
que simplemente… terminar.