Es extraño, pero en la vida me arrepiento de muy pocas cosas; de las que nunca hice, por llamarlas de alguna forma. Me arrepiento de no haber visto Ranma 1/2 y de haber pasado toda la infancia sin mirar un solo capítulo de «Dragon Ball», quizás habría entendido mejor el mundo. Me arrepiento de no haberle dicho nada al fulano que me gustaba en secundaria… Me arrepiento de no haber ido a Reino Aventura antes de que lo convirtieran en Six Flags y también de faltar a tantas fiestas durante mi adolescencia.

Pero bueno, ya pasó. Mejor vamos a las cosas de las que no me arrepiento, empezando por mis decisiones locas; extrañamente las cosas que he decidido más al aventón han sido las mejores de mi vida, cuando he obrado sin ningún indicador diferente al «porque sí». Aún así, no me hagan caso, el «porque sí» no es para todos… es un beneficio exclusivo de todos aquellos a quienes  nos gusta darnos en la pura madre y andar ahí enseñando cicatrices.

Porque sí dejé una universidad y elegí otra, porque sí dejé de vivir con mi familia hace algunos años, porque sí adopté una carrera a la que aún le debo, porque sí renuncié a las comodidades de la oficina y la quincena y empecé de nuevo sola, porque sí me enamoré una sola vez y con esa tuve.

Porque sí he aprendido a ser yo misma a pesar de todo. Porque sí… por eso escribo poesía, por eso me levanto diario, por eso sigo loca por el piano, porque sí sigo jugando a ser Sharapova en su peor día, porque sí estoy aquí en un Sanborns comiendo molletes y saltándome la dieta.

Pero, espero no estarlos confundiendo: porque sí no significa porque no hay otra opción o porque soy rebelde y on sigo a los demás… Porque sí es porque quieres, se hace y ya. Punto. No hay negociaciones, no hay encuestas de salida ni consulta ciudadana. Porque sí te mueves, vas y vienes. Porque sí te alejas y regresas. Porque sí me puse a escribir esto. Porque sí a veces uno termina lo que empieza, como esto.

Andrea