Me gustan los árboles por su entereza,
de pie están siempre, aun ya caídos.
Nunca han conocido la vida de rodillas;
primero muertos, después vencidos.
Me gusta verlos siempre grandes,
hasta el débil naranjo muéstrase erguido
ante la tormenta o el incendio,
ante la sierra que lo corta y lo desnuda.
Me gustan los árboles por su silencio,
porque sin hablar escuchan y responden.
Las palabras se disuelven en su savia
y devuelven aire limpio para el alma.
Me gustan los árboles por generosos
Todo dan y nada esperan….
nada solicitan pues nada quieren.
Dan vida y sin pedirla, de vuelta la reciben.
Caen sus hojas y no lloran;
dejan ir y no les duele.
Ellos pierden y no sufren,
ellos ganan y no gritan.
Entonces, amarte quiero como el árbol.
Con las hojas abrazarte y no llorarte,
con el tronco sostener tu alma
cuando sobre el musgo pida recargarse.
De pie, como los árboles
ante tus ojos quiero verme.
Como un tallo, simple y frágil,
Como la raíz, leal y fuerte.
Sí, te querré como el árbol quiere
con todas sus hojas y sus tallos
con el tronco, la raíz y la corteza.
Con la vida…
Andrea, me encanto «las palabras se disuelven en su savia»…gracias
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¡Hermoso Andy, felicidades!
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