Reflexiones sobre la intuición Parte II

Mi abuela Lola supo que su marido estaba muerto cuando levantó del suelo un tapete y estaba lleno de gusanos. Sólo exclamó “¡ya me lo mataron!“ y sin pensarlo tomó el primer transporte a un pueblo perdido para ir a despedirse como debía de ser. Cuando llegó ya no era la señora sino la viuda. No había teléfonos en la sierra, no había llegado el WhatsApp, nadie le dijo, pero su corazón era más rápido que el cable del telégrafo.

Volvió días después, la esperaban cuatro hijos, tres en la casa, uno en el cielo, el que se fue de niño.

Mi abuela Lola era católica devota, franciscana de la Tercera Orden, medio santa y también medio bruja. Piadosa siempre, cabrona a veces, sobre todo cuando destazaba al pollo comprado vivo en el mercado de Coyoacán, esa sangre fría yo no la tengo, pero al menos me tocaron algunas cosas: “¡ah, cómo jorobas, si te pareces a mi madre!“… así dice mi papá: “a veces eres como mamá Lolita: perseverante, ocurrente, jodona y malhablada“.

De Dolores lamentablemente no aprendí nada, la vi poco, se fue cuando yo tenía siete años y ella casi cien. Recuerdo perfecto el día de su partida, fue la primera vez que escuché sonar el teléfono a las cinco de la mañana, desde antes de contestar mi padre dijo “es mi mamá, estaba soñando con ella“, y terminando de hablar con una de mis tías, quien le anunció la ya esperada noticia se puso un traje negro y me dejó cuidando a mi hermana:

Tú no vienes, no tienes que ir a ver muertos cuando apenas llegaste al mundo de los vivos.

Pero, ¿no vas a llorar hoy por ella?

Tú no vas a llorar por mí cuando me muera.—Esa orden sonó igual a “haces tu tarea.” Yo no sentí nada, creo que aún no tenía edad para sentir nada. 

Mamá Lolita dejo de participar en los asuntos de la tierra para concentrarse exclusivamente en lo importante un día de enero del 1998, pero no se ausentó completamente, la veo en el espejo cuando me lavo los dientes, la escucho cuando me salen del alma sus frases de señora y la siento cuando intuyo cosas con la misma precisión de un termómetro: “¡pon atención, hija!“, suena su voz y entonces veo que el presente es claro y contundente, las noticias aparecen sin que nadie las diga, sin esperar al periódico o al chisme. Ella supo que su marido estaba muerto, yo así me he enterado de cosas importantes cuando me niego a recurrir al teléfono o al Facebook.

Las comidas familiares son un intercambio de historias así, todos cuentan alguna y otros la repiten después, dice una tía que Lolita no era bruja, pero que tenía un corazón tan limpio que le permitía poner atención a cosas que otros no pueden ver. Yo no sé, la intuición es poderosa, reveladora, a veces despierta tanto terror como respeto: “cómo carajos supe eso si no tenía que saberlo?“ Porque vi algo que me hizo pensarlo, porque vi una hormiga en el techo que me lo recordó, porque soñé algo que me hizo entender lo que parecía no tener sentido alguno, porque Lolita me lo dijo y punto.

Andrea

 

 

 

 

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