Hubo en las escrituras un profeta cuyas páginas no aparecen. La historia de su ministerio está borrada, poco se supo de su paradero pues se dice que su propio don de profecía le dijo que debía tener otro destino.
Este profeta era un sabio que pudo haber reorganizado la construcción de la torre de Babel por tantas lenguas que conocía, además de que sabía explicar lo imposible hasta a las mentes más necias y a los corazones más difíciles.
Dios un día llamó en sueños al profeta y le ofreció darle, como premio, lo que le pidiese. El profeta respondió: «No quiero nada pues ya me has dado todo: sabiduría, inteligencia, buena fortuna, puedo ceder este ofrecimiento para un hombre con carencias». El Padre Eterno insistió. Entonces el profeta le dijo a Dios: «Enséñame a perdonar como sólo tú sabes». Y Dios respondió: «Conviértete en artista, porque cuando veas que has transformado en arte todo tu dolor, ,,querrás agradecer dos veces a quien te lo causó».
El profeta miró incrédulo, el Creador del Tiempo era un artista y a pesar de sus capacidades nunca lo había notado, en el halló al pintor, al poeta, al músico, al escultor y al director de cine. Las musas de los paganos abandonaban el infierno de Dante para tomar su lugar entre los ángeles.
El profeta dejó de ser lo que era, se borró de la lista de los sabios e inició una vida nueva. Se convirtió en artista y adoptó diferentes firmas, caminó por el mundo convirtiendo en arte lo aquello que le había molestado y que a pesar de su elevada sabiduría no había logrado dejar pasar. Cuando vio que su antigua tristeza se había fundido con los sonetos de un poema y que su inexplicable enojo había fraguado la pintura de dos murales inmensos; el profeta, ahora artista vio que Dios le había concedido lo unicó que pidió, admiró su propia obra y exclamó «cómo no perdonar a quien me causó dolor si de esa emoción han nacido frutos tan hermosos». Vio entonces que sus pinturas ya no estaban pintadas sobre un lienzo común, eran los murales que decoraban la entrada al cielo, a su propio cielo.
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Reinvento su propia profecía. Que bonito escrito.
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Fantástico relato…me ha gustado mucho!! ☺️☺️☺️
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🙂
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